Las Rabietas en los Niños ¿Como Actuar?

Las Rabietas en los Niños

La armonía de la vida familiar se rompe cuando surgen los lloros descontrolados de nuestros hijos que desencadena en las famosas rabietas infantiles.  ¿Cómo podemos hacer para no perder el control y mantener la calma, apaciguar al pequeño y lograr que todo vuelva a ser normal?

 

Las Rabietas y las pataletas son parte del proceso de aprendizaje.

Las rabietas en los niños

La dulzura de nuestro pequeño desaparece con sus rabietas, cuando un grito que sale de lo más profundo de su interior nos descontrola y nos hace perder la paciencia. Aunque en ese momento parece que la paciencia se nos agota, lo más importante es recordar quién debe tener el control y debemos intentar mantenerlo. Al fin y al cabo una rabieta pasajera, forma parte de la evolución y la formación del pequeño. La forma en que nuestro hijo sea controlado durante esas rabietas determinará en gran parte su comportamiento futuro.

Por lo general, estos episodios de rabieta que tanto disgustan a los padres se presentan durante la primera infancia y surgen por la dificultad de los pequeños de expresar sus emociones insatisfechas. Las rabietas se dan debido a que se encuentran en una etapa de exploración y conocimiento de su yo y de su entorno, y hay determinadas cosas que les frustran haciendo que manifiesten su descontento en forma de pataletas. Es muy importante controlar y manejar con autoridad y respeto estos momentos del niñ@.

 

Consejos para controlar las rabietas y pataletas

  • Mantener la serenidad aunque resulte difícil es importante que los padres mantengamos el control para no ponernos al mismo nivel que nuestros hijos dejándonos llevar por impulsos al igual que lo hacen ellos durante las rabietas. Los padres debemos tener totalmente el control de nuestras emociones y de la situación para saber reconducirla al estado original.
  • Mantener la autoridad de lo contrario el niño se dará cuenta que con este tipo de comportamiento podrá obtener todo lo que quiere. Es importante dejar claro que con las  rabietas y pataletas no conseguirá todo lo que le venga en gana.
  • Explicaciones cortas. Si se intenta explicar a un niño inmerso en un verdadero ataque de enfado por qué es injusta su reacción, lo más probable es que él siga tirado en el suelo pataleando sin cesar. La razón es que en esos momentos lo único que escucha es su propio llanto, por lo que es difícil hacernos entender en esas circunstancias. Frases como «no hay caramelos porque acabas de comer» o «si no duermes, mañana estarás cansado para jugar» dichas cuando se va a iniciar la rabieta pueden servir para evitar su enfado. El pequeño las entenderá sin problemas y si aún no está lo suficientemente alterado, pueden disuadirle.
  • Mantener un respeto mutuo. Ni los padres deben sobrepasarse con los niños, ni los niños deben perder el respeto a los padres quienes deben hacerle entender al pequeño que sólo lo escucharán si se calma.
  • Cambiar de escenario. En ocasiones, ni ellos mismos sabrán cómo terminar con su propia rabieta. Es beneficioso cambiar de lugar: salir con ellos en brazos del espacio en el que se encuentran e ir a otro más abierto. A la vez el paseo puede distraer su atención y hacer que se centre en otra cosa.
  • Hablar con firmeza y mirando fijamente a los ojos, para ello nos ubicaremos a su altura manteniendo una postura firme pero siempre manteniendo el respeto y dejando de lado el maltrato físico. Se le puede coger de los hombros y mirarlo fijamente a los ojos hasta que el niño responda a esa mirada. Este es el mejor momento para hablarle y hacerle comprender las cosas.
  • La mejor forma de luchar contra las rabietas es procurar que no aparezcan. Y para ello conviene anticiparse a posibles problemas. Por ejemplo: uno de los lugares donde suelen darse más rabietas es el supermercado, así que hay que ir prevenidos. Es bueno dejar todo claro antes de entrar: avanzarle que solo se va a comprar leche, pan y huevos, y nada más. Después, una vez dentro, podemos dejar que él participe en la compra cogiendo las cosas que se van a comprar (las más pequeñas, claro) y metiéndolas en la cesta. De esa forma estará distraído y se sentirá útil, lo que evitará otras tentaciones.


Las rabietas en los niños. Escuelas infantiles de parla

  • Esperar que se tranquilice solo si después de intentar hablar y tratar con él no se obtiene algún resultado. Lo que deben hacer los padres es dejar que el niño se desahogue y se calme por sí solo tras manifestarle que esa es una actitud destructiva que se debe evitar. Nos mantendremos alejados de ellos hasta que se calmen. Nos alejaremos un poco de nuestro hijo simulando indiferencia, pero sin perderlo de vista.
  • Elegir entre dos opciones. La mayoría de las veces su enfado vendrá ocasionado por querer algo que no puede tener. De ahí que ayude mucho a evitarlo el dejarle elegir solo entre dos opciones. Si se le pregunta «¿qué quieres de postre?», el abanico de opciones que se abre ante el pequeño es infinito, y no siempre al gusto de los adultos. Sin embargo, si se le da elegir únicamente entre dos opciones, ambas válidas, es más que probable que todo siga en calma. Preguntando «¿quieres un plátano o prefieres un yogur?», se le cierran las opciones posibles sin que él se dé cuenta. Y no tendremos que decirle «no».

Las Rabietas son una etapa pasajera. Con el tiempo, las rabietas se irán mitigando y espaciando cada vez más. Lo más sorprendente de las rabietas no es la frecuencia o lo pronto que aparecen. Lo más llamativo es el ímpetu que los pequeños ponen en ellas. Todavía no controlan sus emociones, y tampoco conocen aún la inhibición, así que se enrabietan a lo grande. Por eso, es bueno que aunque las rabietas no desaparezcan, al menos se reduzcan en intensidad.

A esta edad aún no toleran la frustración y les resulta complicado comprender que no pueden tener siempre lo que quieren. Como tampoco son capaces de verbalizar lo que quieren el resultado es la fórmula ideal para que tenga lugar la rabieta. Las rabietas desaparecerán eficazmente cuando vean que no tienen efectos sobre sus padres, y sobre todo cuando puedan tolerar la frustración y expresarse verbalmente para poder reclamar lo que quieren.